Luces y sombras
Muchas de las prácticas de las Gerencias de Personas son vistas o discutidas como proteccionistas por algún nivel de académicos o gerentes del mundo de la ingenieria dura. De hecho, en mi experiencia como gerente de Recursos Humanos me tocó defender planes de capacitación, remuneraciones, comunicaciones, relaciones sindicales, finiquitos, bonos, incentivos, gestión del cambio, liderazgo, entre otros.
La pregunta de siempre es si lo desembolsado en Personas es gasto o inversión. Por principio contable y mala costumbre es gasto; esa es la vista de la sombra. Todo gasto se trata de reducir en todas las empresas; esa es la mirada reduccionista.
La mirada de la luz es la contraria: se invierte en las personas porque esa inversión traerá siempre grandes utilidades a la compañía, mucho mayor que incluso la inversión en tecnología o en infraestructura. Nada es más agradecido que la inversión en el factor humano.
Muchas de las explicaciones de la baja productividad en las empresas y en el país, están originadas en la baja inversión en Personas; en el poco entrenamiento, cuidado y comunicación que les entregamos, en no remunerarlas mejor, en no incentivarlas más y en establecer planes de gestión del cambio para los nuevos proyectos de transformación digital llenos de pequeñas sorpresas para hacernos querer participar del cambio, del sueño compartido de algo mejor.
Dentro de las luces está la relación que tenemos con quienes están trabajando en la empresa. Pero también se encuentra el trato que le damos a quienes se van a otro proyecto de vida laboral y nos han regalado parte de su vida, con el propósito de que guarden los mejores recuerdos de ese trabajo y su gente. Si uno lo hizo bien como empresa, el trabajador debe hablar bien y recordar esa relación como nutritiva y positiva, y en eso debemos ser expertos o asesorarnos en alguien que lo sea. Necesitamos apóstoles y no terroristas de nuestros ex trabajadores. Necesitamos luces y no sombras. Y para ello hay que invertir. Antes, durante y a la salida de nuestros ejecutivos. Al final se trata de una pequeña inversión que reditúa notablemente.